10.10.2011

El efecto de la pelota de tenis - Convención de ventas 2011

Desde que estoy en El Universal -casi- siempre trabajé para Ventas, pero jamás como parte del equipo. Mi mayor proyecto anual era montar la preventa, momento en el que les pasaba el testigo a ellos.

Este año, por primera vez, estoy entre ellos como uno más. Eso significa que pude ir a la Convención de Ventas.

Fue una experiencia increíble, no sólo por todos los significados y simbolismos que puede llegar a tener para mí, sino porque ante mis ojos, ví a un equipo caer  para volver a levantarse.

Mientras pasaban los días, recordé cómo me entrenaba mi abuelo, para ser la alumna más destacada en tenis. Cuando era una pre- adolescente solíamos bajar todos los veranos y feriados a la playa. Para nosotras era increíble pues teníamos un grupo de, al menos, 15 amigos con quienes jugar.

Una de nuestras actividades favoritas eran las clases de tenis que nos daba mi abuelo, todos los días alrededor de las 4:00 pm. Recuerdo especialmente un actividad en la que mi abuelo se paraba en la mitad de la cancha con su cesta de miles de pelotas amarillas. Del otro lado íbamos pasando uno a uno, aquel que lograra mantener la pelota la mayor cantidad de tiempo, era el ganador irrevocable del día. Sólo teníamos 5 pelotas asignadas para cada uno.

Mi abuelo, desde el centro del poder, casi ni se movía. A todos los chicos les pasaba la pelota suavemente y prácticamente a pocos metros de ellos. ¡Suerte que tenían! A mí en cambio, me enviaba la pelota de una esquina a la otra, primero atrás y luego la cortaba mágicamente para ponerla lo más cercano a la malla. No contento con eso, además, le daba de una manera tan particular que hacía que la esfera amarilla rebotara de maneras inesperadas. 

Nunca logré ganar esa actividad. Ni siquiera me acercaba al peor de mis compañeros, con suerte lograba las 50 pasadas. Siempre salía con los ojos llenos de lágrimas por la rabia. "Cómo es posible que mi propio abuelo me haga quedar en ridículo; siempre se las pone fácil al resto, y a mí me lanza las más difíciles. Los quiere más a ellos que a mí que soy su nieta" le solía decir dramáticamente a mi abuela.

La verdad, es que cuando nos tocaba jugar un partido, yo solía ser la más veloz y la que tenía mayor resistencia de todos. Así que solía ganar lo que realmente era importante: las competencias. 

Muchos años después comprendí el valor de cada clase de mi abuelo y el por qué solía ser justamente a mi, a la que le exigía mucho más: El quería que su nieta realmente se destacara y que contara con todas las herramientas para hacerlo.

Este fin de semana pasó exactamente lo mismo con el equipo, les lanzamos las pelotas a diferentes puntos, con efectos y rebotes extraños, porque queremos que sean los mejores, porque confiamos en ellos, y sabemos el equipo de lujo que tenemos.







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