6.28.2011

30 días para enrojecer mi sangre

Ayer tuve la tercera cita con la nutricionista, para continuar con el rigor de mi plan de reducir cms. Como siempre, el momento de la medición me causa pánico y ansiedad. 


Es una medición a pulso de "yo" contra "mi". El entrenamiento para aprender a trotar, la apuesta al pilates, el desafío del TRX y ser coherente al servir en el plato la cantidad justa y balanceada de comida, rechazando el exceso de apetitosos carbohidratos por colores verdes... todo ese esfuerzo rebobina como una película en mi cabeza justo antes de empezar a sentir la presión del vernier midiendo. Al final lo que uno espera es ver resultados, donde cada centímetro cuenta.


Además, en esta cita llevaba el examen de insulina y un perfil 20, cuyas nomenclaturas eran indescifrables para mí.


Resultado: Oh yeah baby. Fuck. Fuck. Fuck. 


¡Oh yeah baby! Sigo perdiendo medidas, y esta vez se sumaron los muslos al afán de verse mejor; además no tengo ningún problema con la insulina, más bien mi cuerpo procesa bastante bien el azúcar. (Ignoré los kilos, adiós a la pesa, bienvenido el metro)


Fuck. Fuck. Fuck. Tengo un perfecto cuadro de anemia. La hemoglobina y los hematocritos están de huelga, mi sangre no es tan roja como debería, y los glóbulos rojos no son tan grandes como quisieran ser.


Se supone que debería estar fatigada, cansada y agotada. La verdad no lo estoy, aunque después de salir de la consulta comencé a sentirme mal. (La mente es una vainita seria...)


Así que más hierro y más carne, menos granos y fibras. Al plan de reducir centímetros se le suma una meta más importante: tengo 30 días para enrojecer mi sangre. 



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