7.07.2011

Lo importante es la familia

Fragmento 1: Este largo fin de semana fue complicado. Un pariente bastante cercano de Giancarlo tuvo un encuentro cercano con la actual y "normal" delincuencia de este país. No pasó a mayores y sólo fue un susto. Los detalles no los voy a contar.


Lo cierto, es que toda la situación hizo que viera mi reflejo en los ojos de Giancarlo y en todo lo que estaba enfrentando. Y a pesar del caos de la situación, por un minuto, caí en cuenta que definitivamente él es el chico.


Fragmento 2: Si alguien me pidiera que nombrara al menos una de las cualidades más importantes en una pareja, la respuesta sería la familia. 

En este mundo existen dos tipos de familia según mi visión: 

  • Las familias de ensueño, esas que son perfectas protagonistas de series de los 70. Una maravilla conformada por mamá, papá e hijos. En su diccionario común se encuentran las parrillas de celebración, las tardes de padre-hijo, y los viajes en familia. 
  • Las familias disfuncionales, antagónicas y diferentes. De esas en las que lo común es no cumplir con ninguno de los preceptos que dicta una sociedad normal. Suelen conocer lo que significa la patria potestad, los fines de semana compartidos, y la palabra más poderosa es "abuel@"

Fragmento 3: Mi matrimonio fue un fracaso por muchas cosas, de las que tampoco voy a hablar, aunque cabe acotar que la familia fue probablemente el punto de mayor desencuentro. Mientras él tenía una envidiable familia perfecta; la mía era un completo desastre. 

Quien venga de una familia de ensueño jamás podrá comprender las reglas que rigen a las familias disfuncionales. Es como tratar de mezclar agua y aceite. Una pareja que diverja en este punto tiene que, por una parte, tener demasiada madurez para soportar las largas horas de felicidad empalagosa de una cajita feliz familiar y por otra, contar con mucha tolerancia para comprender las extrañas relaciones que suelen surgir entre padres, hijos y abuelos.

Prácticamente uno habla en lenguajes diferentes...

Fragmento 4: Gian y yo hablamos el mismo idioma; no hace falta que expliquemos las situaciones; nuestros recuerdos son compatibles. No hay reproches, justificaciones ni interrogantes. 

En nuestro pequeño mundo, nuestro pasado maneja los mismos códigos; somos lo que somos por lo que hemos tenido y jamás cambiaríamos lo que hemos vivido.


Estoy orgullosa de mi chico y amo lo que somos juntos. Con él me siento como en casa.

We are family











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